Es curioso ver cómo se
impone ese concepto del “Fanatismo K”, cuando existe una enorme masa de gente
absolutamente fanatizada en contra de “K”. Gente que dice cosas tales como "el
kirchnerismo fue el período más oscuro de la historia", o "el gobierno más corrupto de la historia",
o “el kirchnerismo creó una grieta en la
política argentina”. “Fanas anti-k”, que enuncian estas ideas, que pueden
sostenerse desde la pasión pero tienen un límite evidente desde el análisis. O que resuelven finalmente el análisis en la frase “se robaron todo”. “Fanáticos” que odian encarnizadamente a
Cristina, La Cámpora, Pablo Echarri, y hasta el choripán. Que se sacan fotos
haciendo fuckyou para Lanata, que están
convencidos que "la Kretina" y "los KK´s" mandaron matar a Nisman, en medio de un infierno
de corrupción y autoritarismo que se vivió durante 10 años, como nunca antes en Argentina.
Pongamos, entonces, que todos somos fanáticos. Pareciera evidente que mientras unos “fanáticos” lo son propositivamente, a
favor de un modelo de país, de un determinado relato de la historia, o de una
persona que lo encarna. Los otros fanáticos parecen serlo sólo negativamente,
en contra de una persona, de una agrupación, de alrededor de un 30% de la población
argentina, a la que caracterizan alternativamente (y desde hace unos años) de “fanática”, “corrupta”, “pagada”, “ñoqui”, “ciega”,
“mercenaria”, “ignorante”, “choriplanera”, KK, KuKa´s (calificativos nada fanáticos según Lombardi). ¿Y qué dicen del
modelo de país que supuestamente proponen? Que es “lógico”, “inevitable”, “normal”. Parecieran sentirse en una posición aséptica, de un género humano diferente: post-dogmático, post-ideológico, racional, independiente, eficiente, objetivo. Sin embargo, sus horizontes, sus propuestas, sus políticas de estado son difusos. Tanto más difusos, si para caracterizarlos habría que utilizar los tres
ejes vectores que enuncia Macri para su gestión: terminar con la división entre
los argentinos, el narcotráfico y la pobreza… Es decir: es mucho más concreto su fanatismo anti-k, que la capacidad de generar convencimiento y "fanatismo" hacia la propuesta positiva que encarnan.
Tal vez, salir de este
brete, de estas definiciones descalificadoras del Otro, sea un paso necesario
para un principio de “acuerdo político”. Tal vez colabore a esto, defender ideas,
modelos de país, relatos de la historia (en todo caso bancándonos un poco de fanatismo por nuestras ideas), y no
atacar las convicciones de la gente. Tal vez sea un ejercicio recomendable en
ambas orillas de la “grieta”. Aunque
parece que debemos esperar, porque así como el actual gobierno planea llegar a
pobreza cero e impulsar el crecimiento transfiriendo ganancias desde el trabajo
hacia el capital, y propiciando casi 1000 desempleos diarios desde que asumió, pareciera querer tender “acuerdos” y sortear “la grieta”, con
micros de tv donde aparecen filósofos, artistas y personajes públicos, agredidos o ninguneados por el "régimen" derrotado, y uno que otro filo-k, como
muestra de pluralismo y tolerancia, mientras elMministro Lombardi expulsa del
medio público a periodistas capaces y de larga trayectoria, y pretende deslegitimar por “fanática”
una movilización capaz de reunir a 300.000 personas debajo de la lluvia, para
escuchar a quien consideran su líder político, y quien encarna un modelo de
país y una reconstrucción de la historia, definido y concreto, que todos ellos defienden.
En este contexto, la ideas de "fanáticos" y "nunca" del Ministro Lombardi pareces, al menos, relativas.
En este contexto, la ideas de "fanáticos" y "nunca" del Ministro Lombardi pareces, al menos, relativas.